EN REALIDAD

Por Stephanie Serna

Todo se desencadenó tras esa mañana en la que Hanna saltó al vacío… Bueno, en realidad se aventó desde el balcón de su departamento.
Ocurrió desde un quinto piso en el que pasaba sus días hundida en la más profunda soledad… Bueno, en realidad tenía un par de gatos que preferían escurrirse por el trágico balcón cada que el apartamento se tornaba deprimente.
El vecino de abajo, un joven estudiante, vio el deceso desde su propio balcón e inmediatamente llamó a una ambulancia… Bueno, en realidad, lo primero que hizo fue grabar como los primeros curiosos se acercaban a Hanna para subir el video a Instagram acompañado de una irónica descripción.
La caída había sido fríamente calculada por la chica para causarse una muerte rápida e indolora… Bueno, en realidad fue la consecuencia de una reacción pasional a un mensaje de WhatsApp.
En el café frente al edificio de los hechos, la conmoción fue tal que una clienta sufrió una reacción merecedora de la misma atención medica que Hanna… Bueno, en realidad, ante el shock de la caída, una barista derramó el americano de Carmen, cuyo contenido terminó en su regazo, causando un drama que solo terminó cuando uno de los espectadores del accidente le sugirió sarcásticamente que subiera a la ambulancia para ser llevada a revisión.
Los paramédicos habían llegado rápidamente a la escena, utilizando todos sus recursos socorrieron a Hanna, cuyos signos vitales eran apenas audibles tras semejante suceso… Bueno, en realidad les era difícil maniobrar gracias a los gritos y aspavientos de Carmen, quien insistía en tener quemaduras graves por todo el cuerpo, exigiendo atención y colándose en la ambulancia.
Había que ser fieles a la consigna de salvar vidas a toda costa, así que tomaron a ambas pacientes para llevarlas a la clínica sin escatimar en esfuerzos… Bueno, en realidad, Carmen se negó a bajarse del vehículo hasta llegar al lugar donde le iban a proporcionar el auxilio apropiado.
La ambulancia arrancó a toda velocidad hacia el hospital con Hanna recibiendo una trasfusión de sangre como última esperanza de mantenerse en el plano terrenal y con Carmen como polizón… Bueno, en relidad, ella se hizo un espacio a modo de camilla en el asiento trasero destinado para el acompañante de la socorrida, aprovechando su ausencia.
A tan solo 2 cuadras de la clínica, Hanna dejó de resistirse y la gravedad terminó por llevarla hasta el fondo. La ambulancia se sumió en el más profundo silencio, como se acostumbraba por respeto al difunto… Bueno, en realidad, Carmen rompió dicha tradición, entendiendo que su momento había llegado.
Los paramédicos desembarcaron al llegar al hospital, encargándose de Hanna. Todos menos uno, quien, más por cortesía que por deber, condujo a Carmen hacia los consultorios de medicina general para su revisión… Bueno, en realidad fue porque ella estaba por iniciar la ya repetida coreografía trágica en el pabellón de Urgencias, que por naturaleza era un drama en sí mismo.
Ya en consulta, Carmen cedió ante una receta que contenía ungüento y calmantes sin dar ni pedir muchas explicaciones… Bueno, en realidad, lo que a hizo ceder fue el encanto del doctor Robles, quien a pesar de 36 horas de guardia y 27 Whatsapps sin leer, entre ellos el último escrito y enviado por la difunta Hanna, seguía viéndose fresco.

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