El Anillo de Jade

Por Missael Mireles

Dice un antiguo proverbio chino: 

Es fácil cambiar el curso de los ríos y las montañas, pero difícil cambiar la naturaleza de un hombre.

Lo triste es que aún existen algunas personas que cuando se dan cuenta de ello, es demasiado tarde. Me llamo Tao-Lung, y éste es un fragmento de mi historia…

Fue hace dos meses, en mi aldea. Era el aniversario del maestro Xiao-Quang y su esposa, Mei-Ying, la amable, cumplieron 174 años de matrimonio. Todos nosotros (los nobles discípulos y demás habitantes de la aldea), festejamos aquello de una manera adecuada para el maestro; exhibiendo combates entre aprendices fuera del templo de la Sabiduría Eterna. A pesar de que la violencia estaba exenta en esos encuentros amistosos, para mí significó un verdadero reto el haberme enfrentado a dos de mis mejores amigos,  Dong-Fu y Pei, los tres somos alumnos de sifu Quang, lo cual provocó que nuestra contienda fuese más difícil e interesante.

A pesar de que los tres compartimos la sabiduría del mismo maestro, no es lo mismo con nuestros movimientos. Durante la contienda, yo traté de utilizar la técnica del Furor del Dragón Dormido (沉睡的巨龍之怒), es muy efectiva, pero no ante otras llamadas Aullido del Lobo Hambriento (飢餓的狼嘯聲) y La Garra Ensangrentada de la Mantis (螳螂的血腥爪). Para ser sincero, fueron utilizadas por mis amigos. De repente nuestra batalla fue interrumpida. Del otro lado de la explanada del templo, una risa molesta surgió, provenía de entre la multitud, no pude distinguir de quién se trataba, hasta que hizo presencia: Whon-Lei Dao, el odiado, lo acompañaba su prometida, Ming.

-Típico, venir a esta porquería de aldea y encontrarse a Jackie Chan peleando contra dos bufones- Dao se burlaba de nosotros, más no le dimos importancia alguna, nadie lo hizo.

Reanudamos nuestra batalla, era la manera en que le devolvíamos la burla, después de todo, la mejor venganza es ignorar. Aquello enfureció a Dao. Dio un salto hacia el centro de la explanada, donde nos encontrábamos mis amigos y yo, no dijo nada. Con la rabia marcada en su rostro, comenzó a formar un círculo con sus manos, creando una bola de fuego un tanto grande,  se trataba de un conjuro llamado La Fuerza Incandescente (白熾燈力), y sin pensarlo dos veces la lanzó, yo no sabía cómo lidiar contra ese conjuro.

La bola de fuego se dirigió hacia mí, yo estaba listo para esquivarla, pero justo en ese momento, el sifu Quang, siendo más veloz que la bola, se colocó enfrente de mí, bloqueándola con facilidad. Sacudió sus manos, que no tenían quemadura alguna, simplemente esparcían cenizas, miró a Dao con enojo:

-Vete de aquí Whon-Lei, debería darte vergüenza el comportarte como un niño delante de toda la aldea, delante de tu prometida- dijo el sifu mientras cruzaba los brazos.

Dao no tuvo más remedio que obedecer, después de todo, no era tan estúpido como para enfrentarse al maestro Quang. Seguía molesto, dio media vuelta y caminó hacia Ming, la tomó de la mano para marcharse después, en la aldea continuamos con la celebración. 

Yo no dejaba de pensar en Ming, nunca forjamos una amistad concreta, sin embargo, nos conocíamos desde niños, ella siempre ha sido una chica dulce, su bondad es igual a la de Mei-Ying. ¿Cómo fue a parar en manos de un parásito como Whon-Lei Dao? Aquella duda no me dejaba en paz, traté de desahogarme conversando con sifu Quang. Él meditaba dentro del templo de la Sabiduría Eterna, la ceremonia de aniversario ya había terminado.

El templo es bastante grande, lo suficiente como para albergar a ciento cincuenta personas. Entré sigilosamente, no tenía problema en esperar a que mi maestro terminara su meditación, pero se dio cuenta de mi presencia mucho antes de lo que pensaba.

-¿Hay algo que te perturba, joven Lung?- preguntó. Estaba hincado frente al altar, tenía los ojos cerrados.

-No puedo decir que no, sifu- le respondí, mientras también me hincaba. 

-Dime, ¿Qué es aquello que no quiere salir de tu mente?- abrió los ojos y se volvió hacia mí.

-Se trata de Ming, creo que Dao no la merece.

-Te confieso que opino lo mismo- añadió sifu-, más bien, toda la aldea concuerda con ello. Ming es una flor de papel, delicada y tierna, mientras que Whon-Lei es la tormenta, tan vil y cruel, que es capaz de destruir esa flor.

-Me gustaría poder averiguar cómo sería la vida de Ming después de casarse con Dao- el maestro sonrió después de que dije eso. Aún seguíamos hincados.

-Tal vez, exista una manera de que puedas hacerlo- sifu se puso de pie, supuse que yo debía hacer lo mismo. Comenzó a caminar hacia la entrada del templo, me pidió que lo siguiera. Una vez fuera, señaló hacía la colina donde está construido el Santuario, está muy cerca de la aldea, pero es algo agotador llegar ahí a pie

-Tienes que dirigirte al Santuario, al Bìnàn Suǒ (避難所), ahí encontrarás el Anillo de Jade, que fue tallado hace mil setecientos años por un hechicero conocido como Fénix Renaciente. Existe un antiguo ritual en el que, cuando una pareja está por casarse, la mujer debe portarlo durante treinta y cuatro días, para que su  magia pueda brindarles un matrimonio digno. Tócalo y, después, te diré lo que debes hacer. Sube la colina corriendo, forma parte de tu entrenamiento – sifu no dejaba de mirar hacia el Santuario.

Siguiendo sus instrucciones, me dirigí a toda velocidad hacia lo alto de la colina, en ningún momento me sentí cansado, pues el pensar en la felicidad de Ming me motivaba.

Respiré con fuerza en cuanto llegué a la puerta del Santuario, era majestuoso, nunca había tenido la oportunidad de visitarlo, los demás en la aldea decían que no era posible entrar sin autorización, incluso se decía que estaba prohibido. Es parecido al templo de la Sabiduría Eterna, pero había algo que me perturbaba un poco: el altar estaba custodiado por una enorme estatua de un dragón antiguo, que miraba ferozmente hacia la entrada. Afortunadamente, sifu Quang me había enseñado a neutralizar mis miedos. Usando la paz que protegía todo mi espíritu, caminé hacia dentro del Santuario, no dejé de mirar a los ojos al demoníaco dragón, en cada paso que daba, el miedo se desvanecía. Llegué al altar, completamente lleno de tranquilidad, la estatua pasó de provocarme inquietud a hacerme sentir cómodo, pues no era nada más que eso, una estatua gigante.

Abajo del dragón, y sobre una caja de metal roja con detalles en oro, estaba el anillo, era de plata, y en su centro tenía incrustado un fino fragmento de Jade, que brillaba como el amanecer. Recordando lo que había dicho mi maestro, lo toqué, es algo inexplicable lo que sucedió después: del anillo brotaron pequeñas ráfagas de luz, que bailaban alrededor de mí, pero en un instante, las ráfagas se transformaron en un resplandor que me cubrió por completo, creo que me desmayé, sentí cómo mi cuerpo caía al piso. Había algo raro en mí cuando reaccioné, podía ver la entrada al Santuario, pero me sentí pequeño, no podía moverme…me había transformado en el Anillo de Jade.

El sifu iba llegando al Bìnàn Suǒ, lentamente se acercó a mí:

-Ahora tienes el don de ser el anillo, joven Lung,  los treinta y cuatro días que indica el ritual serán tiempo suficiente para que aclares tu duda y averigües si es verdad que Ming podrá sufrir un destino cruel en manos de Dao – me susurró mientras yo me quedaba profundamente dormido.

Al día siguiente la boda se llevó a cabo justo ahí, en el Santuario, había una infinidad de invitados. Frente a mí estaban Dao y Ming cuando desperté, al parecer falta poco para la conclusión de la ceremonia, pues el sacerdote levantó la caja de metal, donde me encontraba, se la acercó a Dao, éste me tomó entre su dedo pulgar e índice, para después colocarme en el anular de Ming. Supe que, a partir de ese momento, mi misión comenzaba.

El tiempo transcurría, yo era testigo de maltratos, insultos, abusos y demás cobardías que recibía Ming, siempre supe que Dao no era nada más que un malnacido, la furia se apoderaba de mí día tras día, pero no tenía otra opción más que esperar.

Después de soportar tanto sufrimiento de Ming, llegó el día treinta y cuatro. Huyó de la casa de Dao, llorando, aun me portaba en su dedo. Fue a parar a mi aldea, estaba muy agotada, pero no llegó sola, pues Dao la perseguía. Se miraron fijamente,  el malnacido no dejaba de insultarla. Ming me arrojó al suelo, jamás la había visto tan furiosa, fue ahí cuando el anillo comenzó a resplandecer, cerré los ojos, y justo en ese momento había recuperado mi forma humana, sorprendidos estaban Dao y Ming ante mi repentina llegada.

 -No mereces tener a alguien como ella, tú eres un cobarde patético y siento pena por ti- le grité a Dao con furia.

-¡Cállate fenómeno estúpido!- después de que me respondió, se lanzó sobre mí.

Los golpes comenzaron a fluir, todos en la aldea se dirigieron hacia donde nos encontrábamos, en la explanada del templo de la Sabiduría Eterna, les pareció asombroso el hecho de ver a Tao Lung contra Whon-Lei Dao.

Hubo un momento en que los dos caímos adoloridos, y en cuanto yo me levanté, Dao intentó atacarme nuevamente con su bola de fuego, la Fuerza Incandescente, pero en el preciso instante en que comenzó a formar el círculo con sus brazos, sifu Quang apareció, Dao estaba decidido a derrotarlo también con su hechizo, aunque, obviamente, eso era imposible. Con una velocidad impresionante, sifu tocó el codo izquierdo de Dao,  le rompió el brazo, cayó al piso estremeciéndose de dolor. 

-No queremos volver a saber de ti Whon-Lei, Ming ya no te pertenece, lárgate y nunca regreses- el maestro realmente estaba molesto. Dao se levantó sosteniendo su brazo roto, y se marchó, como le ordenó sifu, para no volver jamás.

Dos meses han pasado, la paz volvió a mi aldea. Ming ahora vive y entrena junto con todos nosotros, en especial con Pei, Dong-Fu y yo, tal vez, algún día, ella podrá ser la más fuerte de todos los discípulos de sifu Quang. 

El legendario anillo de Jade volvió a su forma original. Sigue colocado en aquella caja de metal roja con detalles dorados, bajo la custodia de la feroz estatua del dragón.

Me llamo Tao Lung, y éste fue un fragmento de mi historia.