MI VECINO EL CHINO

Imagen cortesía Pixabay

Por Maggo Rodríguez

Chino, me tengo que ir de la ciudad. Mis motivos son tan vagos como los que viven en el 2514. Supongo que son estudiantes y de filosofía, porque no perdonan los fines de semana de reventón en casa y ni invitan, sólo llega el ruido de la música y el humo de sus cigarros de hierba buena.
No quiero pensar en la mudanza, ni en las cajas. Voy a venderlo todo Chino, aunque lo malbarate. Me llevo casi nada, porque cambiar de casa siempre es algo duro. La ropa, los muebles, mis cuadros, todo eso que compré aquí, aquí se quedará. Pero eso sí, me llevo todos mis libros y mis peluches. Bueno, te dejaré uno, el borreguito que se parece a ti.
Ahí te encargo a mi José, el del 2157. Son siete años de coqueteos y no hemos salido ni una vez, ninguno de los dos nos cocemos al primer hervor, pero ya no pasaremos de eso. Cuídalo de las viejas interesadas que se le puedan arrimar. Porque eres un buen cuidador, cada noche que pasaba por tu casa, estabas atento que nadie viniera detrás mío, porque las calle tiene buenas lámparas, pero siempre ha sido solitaria.
Sin duda lo que más extrañaré del barrio es la calle de doña Luz, porque siempre apeló porque los naranjos no fueran talados. Y cuando se acercaba la primavera, los azahares llenaban el ambiente de un aroma espectacular. Sí, extrañaré los naranjos y tus rizos blancos.
Antes de irme Chinito, quiero pedirte perdón, porque no pude ayudar a tus ancianos padres cuando la colonia entera se inundó hace tres años. Yo acababa de llegar de trabajar y no sabía lo que pasaba; mi casa también estaba inundada y entre Faby y yo tuvimos que barrer y trapear agua hasta la media noche. Recuerdo ver tu carita confundida, suplicante por ayuda y por una explicación, pero lo único que dijo el ayuntamiento después de todo el caos, fue que había caído mucha agua. Genios, como si eso no lo supiéramos.
Te agradezco todo viejo Chino, ningún perro me caía tan bien como tú, porque me dejabas agarrar tus orejitas y hacerte una caricia cuando más lo necesitaba. Me tengo que ir, pero ya le dejé el borreguito a tu dueña y un costal de croquetas para ti. Que sea esta nuestra despedida buen amigo, aunque a mí me gusta más decir “hasta lueguito lomito”.