NIMITSTLASOTLA

Por Nicte G. Yuen

Yo, Quetzalcóatl, la serpiente emplumada, dios de la vida, de la fertilidad, de la luz, del conocimiento, Señor del viento, Señor de los mexicas, Tezcatlipoca Blanco, creador y destructor de todo cuanto existe, yo, Quetzalcóatl, me enamoré de una mujer. La desgracia aconteció una noche sin luna, lo recuerdo con la misma perfección con que recuerdo el día primigenio, cuando el mundo fue mundo. Miraba desde la lejanía el volcán Popocatépetl, repleto de nubes y rayos de sol, cuando sentí un aroma que emanaba de una mujer, toda ella luces y sombras, con la belleza de una dalia y la elegancia del quetzal, con una voz tintineante que embriagó mis sentidos. Entonces la amé, Yaretzi, ese era su nombre, y en él estaba contenido su esencia; a través suyo pude distinguir su pasado, su presente y los días por venir, incluso su muerte. Así es, la amé, aunque comprendí cuán breve sería el paso de Yaretzi por esta tierra; su juventud sería reclamada por Tláloc en el próximo temporal de lluvias. Su destino estaba trazado, nacer, florecer y morir; cerrar los ojos y descender al Mictlán, dejándome atravesado por la lanza de la fatalidad. Pero al amante poco le importa el designio de los dioses o la voz del destino, simplemente ama con la firme esperanza de alargar el instante mismo de un beso. Desde ese día, desde mi primer encuentro con Yaretzi, me ausenté de los templos, de los sacrificios y de cualquier otro rito que requiriera mi presencia, pues mi lugar en esta tierra era su cuerpo; solo ahí me sentí pleno, olvidándome incluso de mi divinidad. Anduve por los caminos del maíz tomado de su mano, no como dios sino como hombre, robando amaneceres y puestas de sol para vivirlas a su lado, suplicándole a Tláloc que retrasará las lluvias tanto como pudiera.  Ella fue feliz: sonrió, cantó, danzó, acarició, amo, vivió. Lleno su espíritu de conversaciones al calor de mis besos, para irse dichosa al Mictlán, y regresar una vez cada año, justo cuando el olor de las flores de cempaxúchitl le indiquen el camino.