Una cita textual

Una Cita Textual
Por Alejandra Maraveles

Jennifer miró el celular por enésima vez, no importaba cuántas veces lo hiciera, el mensaje era el mismo, sabía en sus adentros que Marcos ya había visto las dos palomitas en color azul, que era obvio que ella lo había leído, pero no… no podía responder. ¿Cómo le iba a decir de nueva cuenta que odiaba sus mensajes?

Aunque si era honesta, no era odio, últimamente sentía que su relación era con el teléfono, no con él. A veces pasaban casi semanas enteras sin verse, en sus ratos libres se sorprendía a sí misma imaginándose citas románticas con Marcos, o con la foto que tenía de perfil en el Whatsapp, ésa que se había sacado sabrá Dios dónde, pero se veía muy bien en ella.

Jennifer, de repente, también sentía molestia por esa imagen de perfil y ardía en celos, porque su mente se disparaba, ¿y si esa foto se la tomó su ex novia?, ¿o si se la hizo esa lagartona que tiene de compañera de oficina?, ¿o esa “amiga” a la que de repente nombraba cuando estaban juntos? Eso le carcomía por dentro, como una piraña enfurecida que nadaba entre sus pulmones, subía por su esófago y aterrizaba para darle un mordisco en su corazón. Casi sentía que cualquiera pasaba más tiempo con Marcos que ella misma.

Puso sus dedos sobre el smartphone, no podía ni siquiera estructurar una palabra, mucho menos una frase para responderle y así decirle que ella no merecía un trato así.

En ese momento un mensaje de Esteban alumbró la pantalla, sus “Hola, ¿qué haces?” y “¿Quieres tomar un café?”, brillaron ante los ojos enfurecidos de la joven, ¿por qué la vida era tan irónica?… ella ansiaba que ese tipo de textos provinieran de Marcos, ¿por qué tenían que ser del amigo casado? De aquel, prohibido para ella.

Jennifer suspiró, su vida era así de injusta, llevaba meses soportando los “esta semana no tengo tiempo”, “Hoy llegaré tarde…” que al paso de las horas se convertían en “no alcanzaré a llegar”, “sigo en el trabajo”, “Tengo clases en la maestría”, “hubo junta de trabajo de la escuela”, “nos vemos el fin de semana”, el cual ella seguía esperando que pudiera darse, porque siempre terminaba por no ir a ningún lado. Ella sí era capaz de cambiar sus horarios, de acomodar sus pendientes de acuerdo al tiempo que él le daba… lo que evidentemente era su tiempo de sobra, no su tiempo de prioridad.

“¿Estás?” El chat de Esteban volvió a brillar.

La joven apagó la mirada. Cuando había conocido a Esteban se le había hecho muy guapo, pero más tardó en averiguar su nombre completo que él en decirle que estaba casado, porque así era su suerte… sólo le faltaba conocer al muchacho que fuera un asesino serial para estar en el epítome de las malas relaciones.

Jennifer sabía que estaba enamorada de Marcos, y estaba segura de que él lo sabía también, por esta razón se aprovechaba de ella, por eso la ponía en último lugar de prioridades, convencido de que, sin importar el trato, ella aguantaría todo.

Sentía las lágrimas anegarse en sus ojos, no, no merecía llorar de nueva cuenta por él… estaba por empezar con el llanto cuando se le ocurrió una idea. Tomó el celular con rapidez y escribió con dedos torpes en el chat de Esteban. “Hola, sí, aquí estoy, ¿cómo sabes que estaba lista para salir?, siempre me lees la mente.” Lo pensó dos veces, después tres, y cuando estaba por pensarlo por cuarta vez le dio enviar. Hizo una captura de la pantalla y se la mandó a Marcos.

En seguida, tecleó en el chat de Esteban, “lamentablemente, ya tenía plan, luego nos hablamos”. Puso un emoji de una carita sonriente y cerró el chat.

Escuchó las pulsaciones de su corazón como golpeteos de martillo en la cabeza, la respiración se le aceleró y el hormigueo en los dedos temblorosos se extendió por la mano. Inhaló y exhaló, la imagen de la captura de la conversación con otro hombre podría detonarle en la cara, igual que al soldado novato le explota una granada al quitar el seguro en un arranque de nervios.

Recobró la calma, volvió a abrir el chat de Marcos, las dos palomitas del pantallazo se habían puesto en azul, ignoraba que respondería él. Puso el celular sobre la mesa, y fue a servirse un café, probablemente estallaría una discusión sin sentido, tal vez, sería la última conversación que tendría con Marcos, no obstante, después de darle un sorbo a la taza y con una sonrisa en los labios, por un momento sintió lo que era ganar la batalla en medio de una guerra de textos.

2 comentarios sobre “Una cita textual

  1. Hola
    Una mezcla de Corin Tellado y Susy… Aderezado con los tiempos tecnológicos; al final la vida sigue igual, el vino, las mujeres y las canciones de amor y dolor.

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