El Paquete

El Paquete

Por Alonso Calbo.

Alex entró al edificio de departamentos, se dirigió por las escaleras hacia el cuarto y último piso en donde se encontraba su hogar. Mientras subía, se lamentaba por el terrible clima que había afuera, el anochecer sólo empeoraba las cosas. Alex esperaba con ansias el poder llegar a su hogar y refugiarse del mundo exterior, el trabajo, la gente, el tráfico, el clima… todo aquello que lo tenía agotado por completo. Al llegar a su piso, vio, frente a la puerta de su departamento, una pequeña caja de cartón. Aparentaba ser una caja de paquetería, algo bastante extraño ya que no había realizado ningún pedido por internet en las últimas semanas.

El deseo por llegar a casa era tan grande que Alex no pensó mucho en tomar el paquete y abrir la puerta de su departamento. Al entrar se deshizo de su abrigo como si se tratase de una camisa de fuerza, dejándolo caer al suelo mientras sostenía la caja. Prendió la luz de una pequeña lampara y se sentó en el sillón de la sala, colocando la caja sobre la mesa de centro. Trató de averiguar la procedencia del paquete frente a él, mas no encontró nada que le señalara lo que buscaba, no había marcas sobre el cartón, ni letreros o etiquetas. No tenía idea de cuál podría ser su contenido, más extraño aún, el paquete no estaba cerrado más que con una tapa que no estaba sujeta ni con cuerdas, ni con cinta adhesiva. Sujetó el paquete en sus manos con la intención de discernir su peso, calculando un par de kilos, pensó en agitar el paquete, pero lo consideró por un momento tras meditar en la posibilidad de que tuviese un contenido frágil, o peor aún, algún material peligroso, tóxico o explosivo, como en las historias amarillistas que circulaban por internet, «Tonterías…» pensó con decisión.

Alex decidió abrir la pequeña caja de cartón, una curiosidad imperativa invadía su cuerpo entero, comenzó lento con un movimiento ligero de la cubierta, como si temiese despertar a alguien, a través de la pequeña ranura creada por el nuevo espacio entre la caja y la tapa, fue capaz de vislumbrar una tenue luz que emanaba del interior, ello sólo logró aumentar su indagatoria por el misterioso paquete, olvidando así por completo todo pensamiento de explosivos o venenos. Decidido ahora a tratar de dar un mejor vistazo, retiró aún más la tapa que sostenía con su mano derecha y lo que pudo ver lo dejó sorprendido.

En el interior de la caja de cartón, había lo que parecía ser un pequeño y detallado modelo de una vivienda. A Alex, el modelo le recordaba las maquetas que alguna vez su hermana había realizado mientras ella cursaba la carrera de arquitectura, se apreciaban las paredes que proporcionaban las divisiones a los cuartos, los muebles que decoraban los espacios, y pequeños detalles ornamentales que daban vida a cada una de las habitaciones, incluyendo el modelo de una persona en la sala, la cama desatendida en la recámara principal, la cocina llena de trastes sucios, un póster colgado del estudio perturbadoramente similar al que él tenía en su estudio, dicho detalle lo llevó a la realización de que se trataba de un modelo de su departamento, reproducido con asombrosa exactitud. Volteó a su alrededor y comparó el modelo con la realidad de donde se encontraba, la pequeña casa habitación en la caja de cartón era una copia miniatura exacta de su propio hogar, incluyendo su abrigo en el suelo en donde lo había dejado, y a él mismo sentado en el sofá con una pequeña caja en su regazo.

Un súbito escalofrío recorrió su cuerpo como una descarga eléctrica; mientras veía la parte posterior de su propia persona en la pequeña caja de cartón, pudo sentir un par de ojos en la nuca, esa sensación lo había dejado paralizado, un repentino pensamiento atravesó su mente, una reacción llena de adrenalina lo hizo levantarse del sillón y girar sobre sí mismo para voltear hacia atrás. Nada; tras él, en la dirección en la que observaba, sólo se apreciaba la unión entre la pared y el techo. Volvió su mirada hacia la caja en sus manos, en el interior, la persona miniatura se encontraba ahora parada en la sala volteando hacia él.

Sin pensarlo, Alex cerró la caja, ahora que la había abierto, el contenido de ésta lo perturbaba aún más que cuando su interior era un misterio desconocido. Los siguientes minutos procedieron sin consideración por sus acciones, impulsado por un instinto primitivo, salió del departamento, caminó unas cuadras, y terminó delante de una iglesia, la cual pasaba de frente de manera regular, aunque nunca visitaba. Cuando por primera vez quiso entrar buscando santuario, encontró la puerta cerrada, trató de forcejear con ella, pero ésta no se movió. Se descubrió a sí mismo, declarado ateo hacía años, a las puertas de una iglesia, en medio de la noche, sin saber por qué.

Volteó a su alrededor, y lo único que vio, fue un pequeño parque, trató de buscar su celular, con la intención de llamar a alguien, quien fuera, por más que quiso, no pudo encontrarlo en sus bolsillos. Se sentó en el punto en el que se encontraba y realizó un vano intento de calmarse a sí mismo, dio cuenta del frío y notó que no había tomado su abrigo al salir. Ahí pasó la noche Alex, temeroso de la pequeña caja de cartón en donde se encontraba su departamento.