Amo la noche

Por Missael Mireles

Me encanta divertirme de noche. Bueno, es obvio que no soy el único en toda la faz de la tierra, pero a veces me preguntó si habrá más seres que amen tanto la noche como yo.

Siento que me aferro a ella como una prenda íntima a la entrepierna. “¿Qué pasará? ¿Qué misterio habrá? Puede ser mi gran noche”, “y es que me gusta vivir de noche, yo soy un hijo de la madrugada”, vaya, como me identifico con esas canciones. Lo que no me agrada mucho es la manera en que la gente me mira, incluso, a veces, siento que huyen de mí sin siquiera mirarme, como si fuese un cazador oculto. No es que quiera intentar incinerarlos o desollarlos vivos, simplemente busco personas con quien pasar una velada agradable. “Dios nos guarde” es lo que seguramente muchos dirían si les dijera eso.

Anoche vi a una chica bastante atractiva, y no sé por qué, pero sentí que en ese preciso instante me enamoré de ella. Supe su nombre sin siquiera hablarle: Escarlata. Que curioso; ¿era un nombre propio o un pseudónimo? No estaba seguro, pero yo tenía suspicacias. Además de su nombre, también supe que suele frecuentar el York Pub de Chapultepec, y la primera vez que la vi me percaté de que iba acompañada de otras chicas cuyos semblantes no se veían del todo agradables. Ojalá no sean unas arpías.

Ya sabes dónde encontrarme, te esperaré. Escuché de pronto en mi mente. ¡Era su voz! ¡La voz de Escarlata! ¡Y quiere verme! Fue tal mi emoción que incluso quise llegar al York Pub en un carro nupcial, y también sentí como si hubiese visto un gato negro de buena suerte. Sin dar tantos rodeos, me dirigí con prisa y devoción al Pub cual soldado al escuchar un grito de guerra. Y entonces la vi. Me sonrió. Y definitivamente me enamoré. 

Sí, amo la noche, de verdad la amo. A veces es difícil de encontrar, pero siempre habrá alguien como tú, alguien que te hará sentir la pasión de la vida nocturna. Qué bien se siente ser un vampiro.