La vida es un sueño

Por Alejandra Maraveles

Llegué apresurado a mi casa después del trabajo a prender la televisión para ver mi streaming favorito. Pertenecía al 20% de la población que aún debía asistir a realizar mis labores de forma presencial. La mayoría de mano de obra ahora estaba a cargo de robots. Podríamos decir que, con el paso del tiempo, nuestras rutinas eran lo que esperaban en el pasado, sin embargo, no era tan distinta a la vida a principios del siglo XXI. Simplemente ahora la gente no tenía necesidad de salir, quienes lo hacían era por diversión. Ése no era mi caso, yo era el encargado de mantenimiento de robots, mis estudios de informática y mecánica se habían vuelto valiosos después de más de veinte años de haberlos estudiado.

Muchos me consideraban afortunado, porque había podido mantener mi empleo de acuerdo a mis estudios. Yo no me sentía tan afortunado, pues por esa carga excesiva de trabajo, perdí a mi familia. Cuando comenzó la transición robótica en mi ciudad, difícilmente podía ir a casa y atenderlos, para el momento en que había terminado la fase más compleja, mi esposa ya me había abandonado y se había llevado a mi pequeño con ella. Ahora sólo lo veía a través de videollamadas, cuando mi ex le daba permiso, lo que era muy ocasional.

Los años siguientes a eso, no recuerdo bien cómo sobreviví, porque me sentía destrozado. Me aferré a lo único que me quedaba: Mi trabajo. Así que seguí empleándome en proyectos de transición robótica aquí y allá alrededor del mundo. Al regreso a mi ciudad, ya me había recuperado de las heridas de mi ruptura, pero la soledad comenzó a inundar mis pensamientos. Trabajar para después regresar a una casa vacía no me ayudaba.

Caí en una depresión que me arrastró a la idea de acudir a un centro de Eutanasia los cuales se habían vuelto muy populares. Ya había pedido información y mientras decidía en si tomar o no el servicio, la noticia de los mundos paralelos estalló como dinamita. “Hay otros mundos similares al nuestro”, tuvieron un par de años en regular cualquier situación que pudiera darse y, tal vez, los efectos de este descubrimiento se seguirían discutiendo durante más de una década.

La prohibición de pasar a otro mundo se hizo evidente por parte de los gobiernos, pero la curiosidad de la población de poder saber qué hacía su otro yo, del tipo de vida que se llevaba en esos mundos, había ido en aumento. Y era de esperarse que comenzaran a emerger hackers que habían logrado evadir las prohibiciones gubernamentales y lograban entrar a los sistemas de éstos. Las primeras imágenes de esos otros mundos aparecieron en la DeepWeb transmisiones de vidas de los dobles de las personas. Y aunque los videos eran de pésima calidad, la demanda comenzó a subir estrepitosamente.

Los visionarios aprovecharon la situación y tomando ventaja de los huecos legales, crearon plataformas de streaming directos de esos otros mundos, vendiendo el servicio a un no tan bajo costo. Aunque la empresa y los clientes eran continuamente amenazados por los Gobiernos por estar cometiendo actos ilícitos. La gente siguió consumiéndolos.

Yo no tenía mucho que perder, había incluso pensado en acabar con mi vida, terminar en la cárcel me tenía sin cuidado. Contraté el servicio, deseaba verme a mí mismo, quería ver si en algún otro lugar las cosas eran distintas. Y así fue, en el segundo mundo que exploré, la tecnología no estaba tan avanzada. Allí seguía siendo programador de computadoras, mi esposa y mi hijo seguían junto a mí. Y no sólo eso, ahora esperábamos un segundo hijo. Cada día salía del trabajo, con la ansiedad recorriendo mi espina dorsal, para llegar frente al televisor y verme en esa vida que parecía un sueño.

No había mejor programa, ni reality show que superara el ver a mi hijo todo el tiempo, haciendo cosas comunes como la tarea o jugar videojuegos, con ninguna otra serie o película había sentido las emociones de nostalgia, afecto y tranquilidad por ver a una esposa cariñosa conmigo; aquella mujer que en esta realidad me había abandonado. Ahora podía decir con seguridad que la televisión efectivamente se había convertido en la caja de los sueños.   

2 comentarios sobre “La vida es un sueño

  1. Creo que la tecnología está avanzando a pasos gigantes y si pronto todos seremos reemplazados por un AI bueno quizá no nosotros pero nuestros hijos que miedo la verdad! Me encantó mucho Ale como todos tus escritos.

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