Minificciones de Navidad

Mi regalo
Por Missael Mireles

     —La verdad, hijo, es que Santa no existe…somos nosotros quienes dejamos tus regalos bajo el árbol —me dijo mi papá unos días antes de Navidad.

   Recuerdo haberme dormido con una extraña nostalgia la noche del 24 de diciembre; me sentía decepcionado, pero también tranquilo, probablemente por mera resignación. Esa misma noche, me desperté cerca de las dos de la mañana. Un pequeño ruido en la sala.

      Me asomé. Ahí estaba el sujeto de traje rojo. Me miró, y después, me guiñó el ojo. Una larga barba blanca le creció de repente. Era mi papá.


Muñeca nueva
Por Emmanuel Ochoa

¿Quieres jugar conmigo y la muñeca nueva? Sí, la misma que llegó la última Navidad. Justo la que estaba escrita en esa carta al Niño Dios. Al desenvolverla, hubo muchas risas, saltos, abrazos. Jamás volvimos a tener otra muñeca nueva en esta casa.

Me acompañabas, ¿o te acompañaba yo? Me tomabas de la mano y me llevabas al parque que teníamos a dos cuadras de la casa. Las pequeñas perritas se quedaban en la casa, observándonos partir y lloriqueando, rogando por salir a pasear. Volteabas y les decías: espérenos, es el tiempo de abuela y nieta.

A pesar de tu edad, corrías bastante rápido. Tenías la muñeca nueva y la paseabas por los árboles. ¡Alcánzala! Me retabas. Por mi estatura, no me era fácil recogerla. Pero verla ahí colgando, bocabajo, las greñas revueltas, el vestido revelando una entrepierna vacía y hueca, me hacía reír, al mismo tiempo que me invitaba a tomarla para que no sufriera más vergüenzas.

Luego llegaban los jóvenes a jugar fútbol. Chicos de secundaria que se reían de nuestra muñeca nueva. ¡Váyanse de aquí! Estas son nuestras canchas ahora. Imagínate. Gritarles a una anciana y a una niña pequeña. Yo quería responderles. Sin embargo, tú interrumpías. Supongo que es la madurez de cierta edad. O la inmadurez de la otra edad. Quién sabe.

Vámonos. Podemos comprar una nieve y la muñeca puede ver otros paisajes. Así que cada una tomaba una de las manos de la muñeca y nos íbamos a la farmacia de la glorieta, donde se ponía un carrito con nieve de garrafas.

Ahí sigue la muñeca. Cada Navidad nueva, la colocamos junto al árbol. Me gusta acordarme de la primera vez que llegó a casa. Cuando la abriste y saltaste a abrazarme. ¡Justo la que pedí! Fue un año maravilloso. No pediste ni un regalo más. Ni en tu cumpleaños ni el Día del Niño. Eras feliz. Fui feliz. Lo único bueno de tu partida, es que a esta anciana no le queda mucha edad. Pronto te veré de nuevo, y te llevaré tu muñeca nueva.


Intercambio
Por Alejandra Maraveles

Después de la debacle de este año en el intercambio de regalos familiar, donde hubo de todo… quien se quejó del precio tan elevado pactado, del regalo barato que le dieron, de que le tocó alguien que no le caía bien, de la envoltura reciclada, porque hubo confusión sobre quién le tocaba, porque no recibió ningún regalo… hasta llegar a una mega mentada de madre.

.Al llegar a mi casa, le escribí a Santa Claus, pidiéndole que para el siguiente año también quería un intercambio, pero de familia… y que se pusiera las pilas e hiciera bien su trabajo, porque cuando pedí eso el año pasado me tocó ésta.


Buñuelos
Por Maggo Rodríguez

La semana pasada, además de la carne para asar y un buen surtido de bebidas embriagantes, alguien llevó un par de bolsas con buñuelos la fiesta que más esperaba en el año. Nadie los había probado, hasta que, envalentonada por un par de caballitos de tequila, tomé un envoltorio y lo abrí.

Estos buñuelos lo tenían todo: tradicional envoltura, consistencia crocante, un sabor propio a la temporada; en los dedos ni un rastro de grasa me quedó. Pregunté quién era responsable de semejante obra maestra y, cómo si fuera secreto de estado, el único dato obtenido fue que una mujer de una zona popular de Zapopan era su creadora.

Me gusta platicar con quienes cocinan, sean chefs o abuelitas, pero con ella quizá no tenga la oportunidad, así que he resuelto llamarla Ilse. La imagino con prisa, preparando desde muy temprano la masa. Quizá amenice el momento con el radio o las noticias en la tele. Tal vez el sartén del aceite sea color rojo y sea hondo, ¡quién sabe cuántas veces se haya llevado una buena quemada! Seguramente, mientras la estufa se iba calentando, se apresuró a revolver la canela y el azúcar, pero no imagino cómo es que le hizo para que le quedara tan fino el acabado. Supongo que usará un mandil y la velocidad con que prepara los buñuelos ha de ser la de una profesional, lo bien hechos que estaban son la mayor evidencia de que lleva algunos años practicando. Si a mí me pusieran a empaquetarlos me habría comido uno, dos o diez y otros tantos se hubieran quebrado, pero a nosotros llegaron en perfecto estado, ¿habrá alguna explicación para que existan unas manos tan delicadas y seguras al mismo tiempo? Admiro su labor.

Un artista no es sólo quien pinta, esculpe o escribe, sino quien, a través de su pasión, logra provocar a los demás. Así que, mi querida Ilse, no me queda más que decirte ¡felicidades!


Oferta Navideña
Por Emmanuel Ochoa

El 25 de diciembre llegó. Max se levantó. Durante un par de semanas, |. La tienda de videos tendría una promoción en Navidad: “Títulos a mitad de precio”. Salió decidido a comprarse su película favorita: “El Gigante de Hierro”.

La tienda estaba llena. La gente compraba películas, series y videojuegos. Él fue directo hacia la que quería. “El Gigante de Hierro: Edición Especial de Colección — 20 Aniversario”. Miró la caja, el diseño, los colores. La tentó como si fuera un libro nuevo. Tal vez la vería ese mismo día. Quería que sus hermanos la vieran cómo él lo hizo cuando fue el único niño en la sala del cine cuando se estrenó.

Hizo fila, paso a paso acercándose a la caja. Saludó sin poder ocultar su sonrisa.

—Serían setecientos pesos, por favor.

—¿Setecientos? No, ahí dice que hay promoción de mitad de precio —se quejó, sabiendo que apenas le alcanzaba para la película con descuento.

—Oh, lo siento. Pero esa promoción sólo aplica en la compra de tres o más títulos.

Las esperanzas de Max se rompieron. La película… tan cerca y tan lejos. Avanzó rápido entre los pasillos, buscando los títulos más baratos. Pero era imposible. No tenía ni dos pesos extra en el bolsillo. Era ridículo sentir que iba a llorar. Pero así parecía ser. Regresó a la caja, sin saber qué decir. Se quedó quieto, en silencio.

—¿Cuál película te vas a llevar? —murmuró una voz grave detrás. Max giró, encontrándose con un señor de cabello y barba gris, acompañado de un joven de unos dieciséis años con varias películas en la mano.

—El Gigante de Hierro. Es mi película favorita.

—¿Y cuál es el problema?

—La promoción sólo aplica con más películas. Sólo me alcanza para ésta—. Soltó un largo suspiro y forzó una sonrisa—. Está bien, ya algún día la tendré.

Dio media vuelta, pero el hombre habló.

—Dámela. Nosotros llevamos varias. Que nos apliquen la promoción.

Sin esperar su respuesta, el hijo del señor tomó la película y colocó todas las que llevaba en la caja. No dijo nada, pero también él le dedicó una sonrisa a Max.

—¿De verdad? —apenas murmuró cuando ya estaban pagando la cuenta. Incluso la cajera mostraba una disimulada alegría.

—Toma, ya es tuya —le dijo el señor, mientras el hijo le entregaba su obra de colección. Los ojos de Max brillaban—. También nos encanta esa película. Disfrútala.

Le estrecharon la mano y se despidieron. Al fin tenía su película favorita.


Papá Noel es el Godín supremo
Por Katya M. López

Todos pueden decir que ser “Godín” es uno de los trabajos menos agradables, y sí, algo sobrevalorado. Lo importante aquí es resaltar a los compañeros de trabajo, que dejan mucho de qué hablar si los comparamos con la aldea de Papá Noel.

Empecemos con el Líder supremo de la época Navideña, Papá Noel, conocido por su nombre original en neerlandés como Santa Claus, no hay niño o padre de familia que no lo conozca, pues es ese regordete de barba larga y blanca, con traje rojo y que tiene a su mando a renos que vuelan y duendes que se encargan de tener listos los juguetes para la Nochebuena, pero, ¿qué pasaría si lo comparamos con el jefe de una empresa o una dependencia?, aunque claramente las funciones no son las mismas, si comparten una misma meta, llegar a fin de año con saldos en verde.

A principio de año, el ambiente laboral es un tanto tranquilo hasta que se llega el momento de comenzar con los objetivos a cumplir en todo el año, e identificar de alguna manera a aquellas personas que no hacen su trabajo bien, ¿te suena?, lo mismo pasa en la fábrica de Santa, cada duende se encarga de crear y elaborar cada juguete, mientras el asistente de Santa se encarga de identificar a todo niño que se portó mal y darle su merecido regalo (una trozo de carbón), mientras que los niños buenos reciben los juguetes que pidieron a través de una carta, en lo laboral eso lo podríamos considerar como el aguinaldo, el regalo de los adultos.

Ahora bien, en cada lugar de trabajo siempre tenemos una lista de compañeros, cada uno de ellos es indispensable, independientemente de sus actividades, por ejemplo: tenemos a ghost, es ese hombre no mayor de 50 años, que rara vez lo ves y a final de año te avisa que ya depositaron el aguinaldo, después está la mano derecha del Jefe, mejor conocido en la aldea como Shinny Upatree, el mejor amigo de Santa y el cofundador del pueblo, alguien que tampoco puede faltar, es la típica compañera que con todo mundo tiene problemas, pero siempre dice “yo no soy el problema, el problema viene a mí”, tal vez ella podría ser Knecht Ruprecht el acompañante de Santa que regala manzanas y fruta seca a niños buenos y azotes, palos y carbón a los niños malos, lo sé, lo sé, no se parecen, pero en cuanto a la maldad que cargan ambos, queda parejo; después tenemos a Snowball Alabastro, quien es el administrador de la lista de las Cartas de los Niños en Navidad, en el trabajo claramente sabemos quién es, ¿o no?, digo, es obvio, hablamos de recursos humanos esa persona, que siempre tiene a la mano todo los datos de cada trabajador, si hace o no hace, si falta, si hace chisme, prácticamente pasa todo el dato con el jefe, y claro alguien indispensable para Santa: Sugarplum Mary conocida como María Navidad o asistente de la Sra. Claus, aunque no trabaja directamente con Santa, en este caso podríamos simular que sí, pues ella es quien está a la orden del día con el jefe, claro, en la vida laboral, también conocida como asistente o secretaría, que se encarga prácticamente de estar a la orden del día, realizando trabajos específicos para ayudar a avanzar y lograr los objetivos planteados a inicios de año, a veces la o el secretario es considerado como un Grinch de la Navidad, o el menos querido de la oficina, aunque todo aquel que en alguna ocasión estuvo en ese puesto sabe que no es así y que cada palabra que pasa de lugar en lugar se transforma como el juego del teléfono descompuesto.

En fin, creo que estos son los personajes quizás más importantes en ambas historias, aunque sí, hay más compañeros, muchos, para ser franca, que tienen su labor, y es poco probable identificarlos entre los duendes de Santa, en cualquier trabajo existen, y todos cumplen la misma función.

Entre estos compañeros esenciales tenemos al dramático, al depresivo, al chismoso, al que siempre está de viaje, la que come todo el día, el todas mías, el que habla solo (hasta por la calle lo ves hablando solo), la que llega con una cirugía nueva cada 6 meses, el que vende dulces, (súper indispensable), la risueña, el famoso “Vámonos que aquí espantan”, la de la tanda, el que siempre llega tarde y bueno para no hacer más grande esta lista terminemos con el compañero de problemas digestivos que cada 15 minutos sale al baño.

Todos y cada uno, tienen un papel importante y no hay que despreciar a ninguno, ya que, sin ellos, el ambiente laboral no sería interesante, en mi caso, perdería las ganas de madrugar, al final de cuentas la mayoría sobrevivimos al trabajo gracias a todos lo que conforman el equipo o como algunos jefes dicen “esta gran familia”.

Así que, para dar por terminado esto y que, por supuesto, no lo tomen personal, ya que cada persona descrita aquí, claramente es creación de mi imaginación, o no, Nunca lo sabrán, pero lo que sí sé, es que espero que todos tengan una Feliz Navidad y un Próspero 2024, lleno de posadas y en compañía de sus seres queridos.