
Por Maggo Rodríguez
A continuación te presento una lista de instrucciones precisas para que ya no tengas más pretextos mi amor. Porque te conozco y sé que te cuesta pedir ayuda, te doy estos pasos a seguir para que no me pierdas.
Acaríciame. Cada mañana después de ducharme, paso al menos media hora hidratando mi piel, haciendo ceremonias con más de dos cremas para un “acabado radiante”. Quizá tenga ya una que otra arruga o un par de estrías, sólo los duraznos se sienten como terciopelo, pero tócame, eres libre de recorrer con tus dedos cada uno de mis rincones. Puedes señalar cada uno de mis lunares o pecas, aún si están muy juntos, no me molestaría si incluso quieres comenzar a contarlos. Roza mis cicatrices, todas tienen una historia qué contar, unas son graciosas, otras más casuales, un par dolorosas, pero todas están dispuestas a contarte de ellas si preguntas.
Abrázame. Si es de frente acércame a ti, me derrito con ese perfume. Inclina tu barbilla a mi hombro, en el instante en que lo hagas te prometo que mis brazos también te estrecharán y nuestros corazones podrán sentir el latido del otro. Si lo haces por la espalda tómame de la cintura, si mi cabello te pica o ves que las canas ya no se quieren esconder, suavemente hazlo a un lado. Déjame sentir tu calor en la espalda, que no te importe si tu ropa se arruga o si un botón se atora con mi cinturón. De frente o por detrás, no me sueltes. No es necesario que digas algo.. Acércate sin miedo, no dejes ni un espacio libre porque quiero sentir tu respiración al oído; extraño lo cerca que eso está de convertirse en un beso.
Provócame. Cuéntame un chiste para reir juntos a carcajada abierta. Investiga algún dato curioso y házmelo saber, sé que eres curioso y me encanta ver tu cara al descubrir algo asombroso. Deja de lado tu celular por cinco minutos, si quieres antes de dormir, yo también haré lo mismo. Cuéntame algo de tu día, ¿había mucho tráfico camino a casa? ¿Viste una nueva tienda? ¿Alguna novedad en la oficina?, por favor no me apartes si quiero darte un masajito en el cuello, es sólo un pretexto para tocarte.
Hazme el amor. Como siempre, como antes, “como si fuera esta noche la última vez”. Recuerdo perfectamente qué te gusta y cómo te gusta que te lo haga, pero pareciera que tu ya te olvidaste de ello. Hazme tuya, aunque ya lo soy, pero con cada movimiento llévame a confirmar que tú también me perteneces. Aquí, en nuestra cama, nadie nos ve ni nos juzga, podemos hacer lo que queramos cuando queramos. Si tomas algo más que mi mano podemos descubrir caminos que nos lleven directo a ver las estrellas. El sexo es buen ejercicio, uno suda, las hormonas se desperezan y el corazón late a prisa y se detiene en el instante mismo del clímax.
Te doy las armas para que luches contra el monstruo de la rutina y podamos escapar juntos a la tierra prometida del amor eterno.
